L’imprévisible a fait un croche-patte à notre ami Nicolas
…et s’en sort, chanceux, par les poils. Avec toi de tout cœur !
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Psyker
Psyker, grafitero de la Ciudad de México y miembro del crew Suprema Caligrafía, lleva 17 años marcando su historia en las paredes de la ciudad. Desde la alcaldía Agrícola Oriental, comenzó en la línea clandestina del tag y ahora traza murales colaborativos por las calles de Iztapalapa y más allá.
El grafiti tiene sus raíces en el movimiento urbano de los años 70 en Nueva York, cuando jóvenes usaban el tag para hacerse visibles en una ciudad que los ignoraba. Décadas después, esa cultura se transformó en un arte global, y artistas como Psyker la han adaptado al pulso de la Ciudad de México. En su caso, cada trazo es un puente entre la historia del grafiti y la identidad de Iztapalapa, donde las calles se convierten en un lienzo vivo.
Así, el legado del grafiti se mezcla con la caligrafía urbana de Psyker, creando un diálogo visual que refleja la evolución del arte callejero en la capital.
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23/09/2025
Souvent, je vois des hérons au bord des routes. Parfois, je m’arrête, photo du jour à long bec et belles gambettes.
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Dernier
Dernier grand voyage pour Serge, entre 9o et 400 jours pour atteindre la mer depuis le Valais, en passant par Salgesh, le Lavaux, Gland, Genève, puis toute la descente du Rhône pour embrasser la Méditerranée, voire plus si entente. Adieu, bon voyage l’ami, tu nous manques.
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Familia Salcedo , Tomatlán, Iztapalapa, CDMX.
La familia es ese territorio primero donde uno aprende a no estar solo. En ella se amarra la fuerza que sostiene los días difíciles y la ternura que suaviza los silencios. No se trata sólo de compartir un apellido, sino de saberse resguardado en la certeza de que, pase lo que pase, hay brazos que sostienen, voces que alientan y miradas que confirman. La unión familiar no es ornamento, es raíz: la que permite crecer, equivocarse y volver a levantarse. En tiempos donde lo externo parece fragmentar, la familia recuerda que el apoyo mutuo es la más honda forma de resistencia y esperanza.
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Chuchote
Ce qui fut aujourd’hui est révolu
Le Temps qui passe ne se rattrape plus
Chuchote le giratoire
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AVS
Touche enfin l’Assurance Vieillesse et Survivants.
C’est chic.
Merci ô classes laborieuses !
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le pied gauche de la chaise
Nous prenons place sous le regard des Illustres qui ont fait Genève pour suivre une passionnante conférence de D.R. sur le démantèlement des fortifications de la ville mi dix-neuvième qui engendrera une refonte du territoire urbain. Mon pied droit touche malencontreusement le pied gauche de la chaise d’un père de famille devant moi qui alors me jette un regard sévère assorti d’une remarque peu avenante.
Mes excuses n’engendreront pas pour autant une refonte du territoire social. Il s’en ira avec ses fortifications portatives et sa fille avant le début de la conférence.
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Arturo y Nube: tratado breve sobre una amistad
Arturo —nombre que algunos rastrean a Artorius, y otros al celta de “oso” y “héroe”— pedalea sin prisa. A su costado corre Nube, cuyo nombre viene del latín nubes: cuerpo de agua suspendido, promesa de lluvia. Él traza la ruta; ella, el compás. En esa cuerda invisible que los une (una correa que es, antes, confianza) se lee un pacto antiguo: fides, de donde viene fidelidad, fe puesta en movimiento.
Se dice “compañero” y se olvida que compañero es quien comparte el pan (cum panis). Arturo y Nube comparten otra ración: el aire de la mañana, el charco que espejea, el pulso de la ciudad. El origen de “amigo” —amicus, de amare— confirma lo obvio: amar es andar juntos. Y aunque “perro” tenga etimología esquiva, la lengua conservó su certeza en “canino”, de canis: diente que sujeta, como sujeta la vida cuando encuentra sentido.
No hay juicio en el hocico de Nube: hay olfato. No hay prisa en Arturo: hay escucha. Entre ambos la electricidad de una torre y el rumor del asfalto se vuelven menor ruido. Parecen amigos de meses, pero la gramática de su gesto es de siempre: llegar, mirarse, decir sin palabras “estoy”.
Que esta imagen nos sirva de tesis tranquila y propositiva: en una ciudad que a veces separa, el vínculo humano–perro vuelve a trazar comunidad. Hagamos sitio —banquetas, ciclovías, parques— para que más Arturo y más Nubes ejerzan el antiguo arte de caminar juntos. Sin prejuicios: sólo el acuerdo más simple y más alto de todos, el de acompañarse.
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She is Erika
Ella es Erika, y su oficio es más que apretar un obturador: es la disciplina de atrapar lo efímero y darle permanencia. Fotógrafa de un funcionario público, su tarea exige paciencia, mirada entrenada y la intuición de saber en qué instante la realidad se convierte en símbolo. En cada encuadre late el esfuerzo por encontrar no sólo la mejor foto, sino la que hable por sí misma, la que narre sin palabras y conserve en la memoria colectiva lo que pronto podría desvanecerse.
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Rafael Ramírez, tinta viva
Rótulo: palabra que viene de rotulus, el rollo donde se escribía el anuncio del mundo. En la pared, ese antiguo rollo se ha vuelto epidermis de ciudad. Allí se dejan constancias: lo que se vende, lo que se sueña, lo que resiste. La calle es un gran pergamino al que la lluvia borra y el sol vuelve a fijar con una tinta más tozuda.
Rafael Ramírez trabaja sobre ese pergamino. No aprendió en pupitre, sino en banqueta: al compás del tráfico, con el viento que seca demasiado pronto y el polvo que exige paciencia. Sus utensilios son de una exactitud humilde: pinceles y brochas de varios anchos; botes de pintura abiertos como flores que no se marchitan; medias botellas domesticadas en paletas, donde la alquimia del barrio convierte dos tonos tímidos en un color que habla fuerte. Un trapo, como borrador y misericordia; un frasco negro para las líneas que dan peso a la letra. En su oficio no hay adorno superfluo: hay resolución.
Hoy, Rafael y un joven miran el muro como se mira un horizonte. El dibujo avanza con seguridad de viejo conocido: las letras prometen abarrotes —voz de abasto y vecindad—, vinos y licores —el rito menor de la celebración—, y un héroe de trazos eléctricos lanza su energía sobre la fachada. Las sílabas fulgurantes de Kame Hame Ha prenden en el estuco como un relámpago que no daña: señalan. También habla el número —24 HRS.—, nuevo glifo urbano: el tiempo doméstico aquí se doblega, la tienda no duerme.
No es raro: desde los antiguos pintores de signos hasta los maestros del filete y la sombra paralela, el rótulo ha hecho de la pared un diccionario a cielo abierto. Cada negocio añade su voz y sus colores; el barrio, su acento. Se pinta para vender, sí, pero también para pertenecer: la esquina adquiere nombre propio cuando la mirada reconoce la letra y el gesto.
Cuando el último trazo seque, que se abran las puertas: Abarrotes, Vinos y Licores Kame Hame Ha inaugura su sitio en el mapa íntimo de la colonia. Que entre la luz, que circule la conversación breve de mostrador, que el pan regrese con su olor de casa. El crédito —silencioso y nítido— queda en la pared: Rafael Ramírez, rotulista. Y el barrio, lector de tiempo completo, sabrá leerlo.
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En général
Journée rien de bien fou. En général, je cherche au moins un point de vue inhabituel. Pas forcément entre mes jambes. Mais parfois.
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La/Quadrature/Du/Cercle
On ne sait pas ce que c’est mais il faut lever les épaules quand on. en. parle.
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Chicharrón preparado
El chicharrón preparado no es solo un antojo, es un clásico de la calle mexicana: crujiente, fresco y lleno de color. Una base dorada que se rompe al primer bocado, cubierta con crema, queso, aguacate, jitomate, cueritos y ese toque de salsa que lo hace único. Es el equilibrio perfecto entre lo crocante y lo jugoso, entre lo picoso y lo fresco. Comerlo es disfrutar la esencia de la botana popular: compartir, reír y saborear México en cada mordida.
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