En la casa de los días felices

26/04/2025

En la instantánea de la vida, Jorge parte un pastel que no es solo de chocolate, sino de memorias amasadas con paciencia, sonrisas y abrazos que no caben en ninguna receta.

Sus manos, firmes y sabias, han labrado con amor el corazón de su hija Lin, quien hoy se entrega al amor verdadero, ese que brota sin pedir permiso, como el agua fresca entre piedras antiguas.

Detrás, como un eco dulce, se ven Lin y Diego: dos almas jóvenes que se encuentran, no por casualidad, sino como frutos nobles de árboles bien plantados.

Hoy la familia celebra no solo un año más en la cuenta, sino una vida bien vivida, un amor bien enseñado, y una amistad que ha sabido extenderse como ramas que tocan otros cielos.

Aquí, donde Jorge sonríe y parte la felicidad en rebanadas, entendemos que educar no es imponer, sino sembrar alas.
Que criar no es atar, sino soltar con confianza.
Y que amar es, ante todo, enseñar a ser amado.

Poema de padre a hija

Hija mía,
te llevé en mis brazos antes de saber tu nombre,
te soñé antes de verte,
y te amé antes de que supieras hablar.
Hoy, cuando ríes al lado de quien eliges,
mi corazón se ensancha como un río en deshielo.
No hay mayor alegría que verte volar,
sabiendo que siempre tendrás un hogar en mí.


« A Jorge y Diego, por enseñarnos que la familia es un lazo que se escoge cada día. »