Elegguá y Malagón: libertad sobre ruedas

31/03/2025

En las calles y veredas de Cananea, en la colonia Del Mar de la alcaldía Tláhuac, donde el asfalto convive con la tierra y el canto de los pájaros madrugadores se mezcla con el murmullo de los vecinos, pedalea un hombre con alma de ruta. Se llama José Luis, pero todos lo conocen como Malagón. A su lado —o mejor dicho, bajo él, rodando como si flotara— va Elegguá, una bicicleta roja que no es solo una bicicleta: es brújula, compañera, confidente y testigo.

Malagón y Elegguá han recorrido esquinas que guardan secretos, banquetas con historia y callejones donde la memoria de Tláhuac se hace presente en cada centímetro. Juntos han conquistado amaneceres sobre el canal y atardeceres entre los árboles, han sentido el fresco de la mañana y el calor abrazador de mediodía. En la bici no hay prisas, solo presente. Y en esa presencia se halla la libertad.

Porque andar en bicicleta es eso: una manera de estar en el mundo sin pedirle permiso al tiempo. Es sentir el latido del cuerpo sincronizado con el giro de las ruedas. Es detenerse donde nadie más se detiene, encontrar rincones únicos donde la ciudad revela su verdadero rostro.

Malagón lo sabe. Por eso no cambia el pedal por el volante, ni la conversación con Elegguá por el ruido del tráfico. Porque ella —su roja compañera de ruta— le ha mostrado lo que pocos entienden: que la verdadera libertad no está en llegar más rápido, sino en disfrutar el camino.

Y así siguen, Malagón y Elegguá, cruzando paisajes y momentos que no caben en una foto. Porque hay cosas que solo se entienden cuando se vive con el corazón abierto… y las llantas girando.