Jesus desde las alturas
16/12/2024
La Audacia de los Arquitectos del Viento
Entre los elementos más llamativos de las sociedades urbanas modernas se encuentran los albañiles, cuyo quehacer transcurre en un espacio liminal: ni firmemente enraizado en el suelo ni totalmente abandonado al cielo. Observándolos desde la distancia, se percibe la danza precisa de cuerpos que desafían la gravedad, como si fueran habitantes de un plano intermedio que no nos pertenece del todo a los que caminamos sobre la tierra.
Durante mis jornadas de observación, me integré a un grupo de albañiles que trabajaban en un edificio en construcción, cuyos andamios ascendían hasta el quinto piso. Al principio, mi mirada novata se centraba en sus herramientas: la cuchara de albañil, los cubos de mezcla, las poleas improvisadas que llevaban cemento hacia las alturas. Sin embargo, pronto comprendí que los verdaderos instrumentos de su arte eran sus propios cuerpos, entrenados en un equilibrio preciso, casi coreográfico.
En su disposición para trabajar a decenas de metros sobre el suelo, los albañiles despliegan un tipo de audacia que va más allá del simple coraje físico. « Hay que aprender a confiar en tus pies », me dijo Joel, un albañil veterano que había pasado más de dos décadas en la profesión. « El andamio puede tambalear, pero si dudas, te caes ». La frase, a medio camino entre la advertencia y el consejo existencial, resumía una forma de habitar el mundo que dependía de un delicado balance entre confianza y respeto al peligro.
En las alturas, los movimientos de estos hombres dejan de ser meramente funcionales y se convierten en una coreografía inconsciente. Joel y sus compañeros parecían danzar sobre las vigas y los tablones. Sus pasos, medidos y certeros, eran acompañados por el ritmo del trabajo: el crujido de la madera bajo sus botas, el golpe del martillo, el suave chasquido de la mezcla extendida sobre los ladrillos. Aunque cada tarea parecía repetitiva, su ejecución tenía un aire de ritual, una serie de acciones transmitidas por generaciones de constructores.
La audacia de estos hombres no solo reside en la capacidad de soportar el vértigo, sino también en la confianza absoluta en su comunidad de trabajo. El albañil que mezcla el cemento en el suelo lo hace con la certeza de que su compañero en lo alto recibirá la cubeta sin titubear. Cada tarea está profundamente interconectada, y el trabajo en las alturas se convierte en una metáfora del tejido social mismo: una red de confianza mutua donde cualquier falla podría tener consecuencias irreparables.
En este sentido, los albañiles no son solo constructores de edificios, sino también arquitectos de relaciones humanas. Desde lo alto, contemplan la ciudad, pero no como un paisaje distante, sino como un espacio que han contribuido a moldear con cada ladrillo, cada mezcla y cada tabla. Su audacia, entonces, no se limita a desafiar el vacío, sino que reside también en la capacidad de transformar el mundo, elevándose por encima de él, aunque sea momentáneamente, para recordarnos que las alturas no son el privilegio de los pájaros, sino también de aquellos que saben construir su camino hacia ellas.
Agradezco a Jesús , quien me permitió tomar la fotografía, justo para el recuerdo de un amigo .