Mujeres y hombres de limpia de la Ciudad de México

13/11/2024

A las mujeres y hombres de limpia de la Ciudad de México:

En el corazón palpitante de esta vasta y caótica urbe, en las venas de asfalto y los pulmones de concreto que conforman nuestra Ciudad de México, ustedes son el pulso silencioso que nos conecta con lo esencial. Su labor, como un río constante, fluye por nuestras calles, recogiendo los vestigios de la vida urbana: los rastros de nuestra prisa, el eco de nuestros descuidos, el peso de una ciudad que nunca duerme.

Ustedes, guardianes del orden entre el desorden, labran su oficio en medio del caos cotidiano, enfrentando no sólo la materia tangible del trabajo, sino también la indiferencia de quienes olvidan que la limpieza no es un acto mecánico, sino un poema escrito con esfuerzo y sudor. Cada calle barrida es un verso de armonía, cada bolsa recogida un acto de reconciliación entre el hombre y su entorno.

En esta ciudad, donde el tiempo parece desbordarse como un río embravecido y la vida se amontona en el bullicio de mercados, avenidas y plazas, ustedes son los vigilantes que restablecen el equilibrio. Bajo el sol abrasador o la lluvia implacable, entre las sombras de los edificios y las luces intermitentes del tránsito, su labor se convierte en un acto cotidiano de amor por lo común, por el espacio compartido que nos une como ciudadanos.

No es poca cosa lo que hacen: su trabajo no sólo limpia las calles, sino que también pule el rostro de la ciudad, nos devuelve a un espacio que puede ser habitado, transitado y soñado. Porque una ciudad limpia no es sólo un lugar que brilla, es también un lugar que respira, que vive, que nos invita a imaginar un mañana más ordenado y digno.

Sepan que su esfuerzo no es invisible, aunque muchos no lo vean. Ustedes son los artesanos del paisaje urbano, los guardianes de la higiene que sostienen la estructura de lo cotidiano. Son el eco de quienes creen en una ciudad mejor, en un entorno que refleja la grandeza de quienes la habitan.

En sus manos descansa, como polvo en el aire, el futuro de nuestra convivencia. Que su trabajo sea reconocido como lo que es: una labor imprescindible, una muestra de disciplina y humanidad en medio del torbellino de la modernidad. Que cada uno de sus pasos, cada movimiento de la escoba y cada carga levantada, sea un recordatorio de que el cuidado del espacio común es también el cuidado de nuestra esencia como sociedad.

Gracias por ser los poetas del asfalto, los artesanos de la limpieza, los guardianes de esta gran urbe que, aunque imperfecta, late con la fuerza de quienes, como ustedes, la sostienen día a día.

Con gratitud y admiración,
La Ciudad de México,
la ciudad de ustedes