Rodrigo Alonso

Les légendes de Rodrigo Alonso /

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2019

La música sonidera no sólo acompaña el camino del peregrino: lo sostiene, lo empuja y lo vuelve comunidad

En Iztapalapa, cuando la noche cae sobre avenida Tláhuac, no todo es cansancio ni silencio. De pronto, entre el concreto, los pasos y las luces de los coches, aparece el milagro sencillo: un sonidero prendido, una bocina que no pregunta de dónde vienes ni cuántos kilómetros llevas, sólo te dice —con cumbia y saludo— que sigas, que no estás solo.

Ahí va la gente rumbo a la Basílica, con los pies adoloridos pero el ánimo tercamente vivo. Y entonces suena la música: un saludo para los peregrinos, para el barrio, para la Virgencita. La cumbia se mete en las piernas, endereza la espalda y hace que el paso vuelva a ser firme. No es espectáculo, es apoyo. No es fiesta, es acompañamiento.

Alguien se acerca con un vaso de ponche humeante —muy rico, como debe ser—, y en ese gesto cabe todo: la hospitalidad popular, la solidaridad sin discurso, la fe que se expresa mejor compartiendo que predicando. Música, calorcito, palabras de aliento. Eso también es peregrinar.

Así, muchos vecinos se vuelven parte del camino. No caminan hasta la Basílica, pero empujan a otros a llegar. Con sonideros, con comida, con ánimo. Y uno entiende que esta marcha no se sostiene sólo por la fe, sino por el barrio que la respalda.

Porque cuando el cuerpo ya no quiere, la cumbia sí.
Y cuando el cansancio pesa, el agradecimiento pesa más.


le jeudi 11 décembre


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A este gran equipo de Participación y Atención Ciudadana de la CDMX:

Ustedes son la primera línea, el pulso vivo de una ciudad que nunca se detiene. Caminan entre miles, escuchan a cientos, resuelven lo urgente y acompañan lo importante. Son de esos equipos que no solo trabajan: se entregan.

En cada jornada, en cada evento, en cada silla acomodada y cada sonrisa atendida, dejan claro que la ciudad se sostiene gracias a personas que no se rajan. Personas que saben que servir no es un trámite, sino un acto de presencia, de fuerza, de convicción.

Este equipo es de alto rendimiento porque entiende algo que muchos olvidan:
que la grandeza de la CDMX no está en sus edificios, sino en su gente;
no en sus promesas, sino en quienes las hacen posibles.

Sigan así: firmes, humanos, invencibles.
Porque cuando ustedes están en campo, la ciudad respira mejor.
Y cuando ustedes se unen, se siente que nada es imposible.

Aquí y ahora, queda dicho:
Este equipo no solo trabaja por la ciudad
la ciudad late gracias a este equipo.


le mardi 9 décembre


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Arturo

En el fondo, casi disuelto entre las líneas del estacionamiento subterráneo, Arturo vigila en silencio a los caballitos de acero, aluminio y fibra. No busca protagonismo: su figura borrosa recuerda que la ciudad también se sostiene con gestos mínimos, con presencias que casi pasan desapercibidas.

Mientras las bicicletas esperan el siguiente viaje, Arturo mantiene vivo el puente entre el movimiento y la pausa. Su mirada —aunque difuminada— organiza el espacio, lo vuelve habitable. La imagen sostiene una tesis sencilla pero poderosa: los objetos narran, pero son las personas, incluso cuando apenas se alcanzan a ver, quienes les dan sentido.

Aquí, en esta frontera entre concreto, luz artificial y ruedas inmóviles, la fotografía captura no sólo un lugar, sino una relación: la del guardián y su rebaño metálico, la de la ciudad y quienes la cuidan sin estridencias.


le lundi 8 décembre


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