Los Mendoza, guardianes del filo
28/07/2025
Allá donde el silbido de una flauta metálica anuncia su paso, aparecen los Mendoza: afiladores de tiempo completo y memoria larga. Desde hace más de cuatro décadas caminan la ciudad empujando la esmeriladora como quien arrastra un altar ambulante. No venden filo: lo devuelven. En su taller rodante, cuchillos, machetes, tijeras y hoces vuelven a tener lengua, vuelven a hablar.
Su oficio, transmitido en la calle, no conoce relojes ni oficinas, pero sí madrugadas, reparaciones urgentes y clientes que agradecen el filo preciso que corta sin herir. Son parte de una cultura de trabajo que no figura en los censos ni en los currículos, pero que da forma al pulso cotidiano del barrio.
Los Mendoza no sólo afilan: resisten. Cada vuelta de piedra es también una vuelta de historia, una forma de mantener encendida una técnica, una ética y una forma de andar el mundo.