skatepark de Periférico y Avenida Tláhuac
21/11/2024
A los jóvenes que patinan en el skatepark de Periférico y Avenida Tláhuac:
En la frontera difusa entre el asfalto de la periferia y las esperanzas de un mañana incierto, emerge un espacio que no sólo es un parque de patinetas, sino un territorio simbólico, un campo donde las trayectorias de la vida se entrecruzan, se desafían y se transforman. Aquí, en esta explanada de concreto, donde los límites no los marca el diseño del espacio, sino las posibilidades que ustedes inventan con cada truco, cada caída y cada salto, se construye una forma de resistencia ante los retos que la sociedad les impone.
El skatepark no es solo un lugar físico; es un campo social, como diría Pierre Bourdieu, un espacio de acción y significación donde se ponen en juego capitales invisibles: la solidaridad, la persistencia, el ingenio y el respeto mutuo. Cada giro en el aire, cada maniobra en el borde de una rampa es una metáfora de las luchas cotidianas que enfrentan fuera de este espacio. La tabla se convierte en un símbolo de resistencia y agencia: un medio para demostrar que, aunque las estructuras sociales puedan ser rígidas, siempre hay maneras de subvertirlas, de reinterpretarlas, de encontrar equilibrio incluso en terrenos resbalosos.
En este campo, ustedes han redefinido las reglas del juego. El skatepark no es un espacio jerárquico donde el poder se concentra en unos pocos, sino un lugar donde la comunidad emerge como la forma más valiosa de capital. Quien domina un truco difícil no lo guarda celosamente; lo comparte, lo enseña, lo convierte en un conocimiento colectivo. Aquí no hay un mercado de competencias egoístas; hay un intercambio simbólico que refuerza el tejido social. Cada consejo compartido, cada mano que se extiende para levantar al compañero que cayó, es un acto de resistencia ante la lógica individualista que predomina fuera de este refugio.
Pero no se equivoquen: este espacio no está al margen de las estructuras sociales. Por el contrario, en cada esquina del parque resuena el eco de las desigualdades de la ciudad: la falta de oportunidades, el estigma hacia los jóvenes de la periferia, las carencias materiales que se hacen visibles en las tablas remendadas y las zapatillas desgastadas. Sin embargo, en lugar de sucumbir ante estas condiciones, ustedes las desafían, las enfrentan con creatividad y con la capacidad de reinventar su propio destino.
El skatepark de Periférico y Avenida Tláhuac es más que un lugar donde se practica un deporte; es un espacio de construcción identitaria. Aquí, la práctica del skate no solo se limita a lo técnico, sino que se convierte en una forma de expresar lo que las palabras a veces no alcanzan a decir. En cada salto fallido, en cada aterrizaje perfecto, en cada cicatriz que se lleva como un trofeo, se narra una historia de superación, de lucha, de resiliencia.
Ustedes han creado un microcosmos que desmiente los prejuicios hacia los jóvenes. Este no es un espacio de ocio vacío, sino un campo donde se ejercita la disciplina, donde se aprende a caer y a levantarse, no sólo en las rampas, sino en la vida. Cada obstáculo superado en el parque se convierte en un recordatorio de que los desafíos externos, aunque duros, no son insuperables.
La teoría de Bourdieu nos recuerda que el habitus —esa colección de disposiciones y prácticas que moldean nuestra manera de estar en el mundo— no es inamovible. En este espacio, ustedes están construyendo un habitus propio, uno que desafía las etiquetas impuestas desde fuera y demuestra que, aunque las condiciones sociales puedan limitar, no determinan. Ustedes son agentes activos, no sólo consumidores de un espacio urbano, sino creadores de un significado colectivo que trasciende las rampas y las barandillas.
En cada sesión, en cada tarde compartida, están construyendo algo mucho más grande que sus propios logros individuales. Están creando una comunidad, una red de apoyo que demuestra que, incluso en una ciudad que a veces parece indiferente, siempre hay lugar para la colaboración, la solidaridad y el deseo de superarse juntos.
Sigan patinando, no sólo sobre el concreto del parque, sino sobre los desafíos de la vida misma. Cada truco es un acto de resistencia; cada caída, una lección; y cada apoyo mutuo, una victoria contra un sistema que muchas veces les niega el derecho a soñar. El skatepark es suyo, pero su fuerza, su espíritu y su ejemplo son de todos.